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Socialización!! ¿Como evitar agresividad, reactividad y miedo?

Actualizado: 31 mar 2023

¿Qué es la Socialización?

La socialización es el proceso mediante el cual un ser vivo aprende, comenzando tras su nacimiento y durante el transcurso de su vida, los elementos sociales de su medioambiente, los integra a la estructura de su carácter, bajo la influencia de experiencias y de agentes sociales significativos, y se adapta así al entorno social en cuyo seno debe vivir. También, es la asunción o toma de conciencia de la estructura social en la que un individuo nace, y aprende a diferenciar lo aceptable (positivo) de lo inaceptable (negativo) en su comportamiento. Este aprendizaje no sólo se centra en cómo relacionarse con miembros de su propia especie, sino a todo cuanto le rodea (el entorno, sonidos, criaturas de otra especie, vehículos y objetos, etc). Gran parte de los problemas cotidianos de la agresividad o reactividad canina suele ser a causa de la falta de socialización del cachorro en el momento adecuado, de ahí el querer hacer mención en este artículo. En ocasiones, la socialización insuficiente es provocada por falta de conocimientos por parte de sus dueños, otras por la indicación del veterinario de no sacarle a la calle hasta tener todas las vacunas puestas y, otras veces, simplemente por miedo a que nuestro cachorro sea lastimado. Cada vez más veterinarios, para evitar estos graves desórdenes del comportamiento, animan a que, adoptando ciertas precauciones (evitar que entren en contacto con orina o heces de otros animales, acercándoles sólo a animales que tengan la vacunación al día, etc.), se saque a los cachorros a la calle desde el mismo momento en que se le ponga la tercera vacuna, para que comience su experimentación y socialización. No obstante, estas lineas están siempre supeditadas al consejo de vuestro propio veterinario. Es de vital importancia que como propietarios de un cachorro no olvides de socializar a nuestro perro a partir de su primer minuto de vida. Por lo que es muy importante que sepas que, aunque la socialización del perro ha de reforzarse durante toda su vida, la parte más crítica y la que determinará en gran medida que sea o no un perro agresivo o reactivo es: a partir de que nace hasta la doceava semana (tercer mes). *«El cerebro crece de dos maneras: se hace más grande y cambia de forma. El nivel de crecimiento y la forma que adopta dependen de los tipos de estímulos ambientales que reciba las primeras dieciséis semanas (…). *Cuando nace un cachorro tiene ya todas las células cerebrales de las que a disponer durante toda su vida. Si el cerebro del cachorro tiene exactamente el mismo número de células que el de un adulto, ¿Cómo puede llegar a adquirir diez veces su tamaño? La respuesta es que el crecimiento del cerebro se centra casi en su totalidad en las conexiones entre las células. De todas las células que están presentes cuando nace, una gran cantidad de ellas no están conectadas. Lo que ocurre durante el desarrollo del cachorro es el patrón de vinculación de las células nerviosas. Algunos nervios realizan conexiones espontáneas, impulsadas por señales internas. Algunos nervios «buscan» un músculo al que vincularse. Otras conexiones están motivadas por señales externas. Externas al cerebro, claro (…). *Un cachorro que crece en un entorno pobre tiene un cerebro más pequeño. Incluso si este cachorro empobrecido se traslada a un entorno enriquecido como adulto, no podrá aprender a gestionar ese entorno porque no tiene las conexiones neuronales necesarias. Una vez que el perro llega a las 16 semanas ya ha establecido (o no)casi todas las conexiones sociales que va a realizar en su vida» *(Coppinger y Coppinger, 2001, pp. 211-213). ¿Qué deducimos de este estudio? Que cuantas más experiencias diferentes experimente el cachorro, más conexiones neuronales generará, además de crear recuerdos que le ayuden a resolver adecuadamente los conflictos en el futuro. ¿Qué ocurrirá si no socializas a tu cachorro? Bueno, hay muchas, muchísimas probabilidades de que en el futuro sea un perro con conductas agresivas, reactivo, miedoso, inseguro, un perro con comportamientos negativos y así tendrás que adoptar ciertas medidas incómodas a la hora de pasear, ir al veterinario, recibir visitas o soltarlo en el parque de perros, con lo que tu vida se condicionará demasiado. Ese es uno de los problemas que más se está dando hoy en día: el propietario no sabe qué le pasa a su perro, se comporta de forma agresiva y no hace caso a nada de lo que le dice, y por tanto no sabe como solucionarlo. Para muchos, la salida más cómoda y barata sería soltarlo, darlo en adopción (aunque sería difícil conseguir nuevos dueños debido a su estado) o entregarlo a una perrera para que lo solucionen ellos. ¡NO LO HAGÁS! Hay varias cosas que probar, diferentes tratamientos, antes de tirar la toalla. Seguro que ellos se lo merecen. Y si fuera un familiar vuestro quien sufre de comportamientos agresivos, ¿Te desharías de él o trataría de ayudarle a superarlo, aunque sea compleja? Los comportamientos negativos, agresivos o reactivos caninos tiene solución. No hay perros agresivos sino conductas agresivas. El mismo perro que bajo unas circunstancias es hostil puede no serlo bajo circunstancias totalmente diferentes. ¿Y qué podemos hacer? ¿En qué consiste socializar correctamente a mi perro? Pues no es nada complicado, se trata de ofrecerle la posibilidad de que experimente todo tipo de vivencias y aprendizajes, desde los más sencillos, como saludarse brevemente con otro perrito con el que nos crucemos durante el paseo, hasta aprender a respetar a las visitas cuando lleguen a casa. Desde normalizar el ver vehículos, corredores o gente riendo muy alto hasta no robarnos comida de las manos. ¿Y cómo se consigue esto? -Con paciencia: las cosas no saldrán como las deseamos desde el principio. Algunos aspectos son más sencillos que otros. O se resuelven de forma espontánea, mientras que otros no. Y sobre todo debemos dar tiempo a que las cosas sucedan. No podemos pretender que un perro llegue al parque, se haga amigo de todos, haga sus necesidades y regrese tranquilo a casa, todo ello en menos de cinco minutos. Debemos dar la oportunidad de que desarrolle cada acción con tiempo suficiente, de que se habitúe a cada entorno, que descubra, acepte y normalice cada nueva presencia. -Con calma: A menudo habrá situaciones que nos preocupen, que no sepamos a ciencia cierta el qué está sucediendo. No nos sientas mal, es normal. Es normal que nuestro cachorro chille cuando otro perro mas grande o con mucha energía se le acerque muy deprisa. Es un mecanismo de defensa, no significa que haya sufrido daño. No corras a protegerle gritando al otro perro y discutiendo con su propietario, perdiendo los papeles. No hables atropelladamente ni demasiado. Incluso aunque tengas motivos para discutir. No le estas ayudando a tu perro y lo primero es su educación. Ten eso siempre en tu objetivo. Ni cuando nuestro pequeño se sobrepase en el juego con otro perro mayor que él y éste le regañe (lo eche al suelo, le gruña o le ladre). Es algo natural, los adultos enseñan los límites del juego a los pequeños, y en algunos meses será él quien lo haga. No nos alarms o le asustaras a él y aprenderá a defenderse de los perros similares al que le ha regañado. Simplemente, en silencio, separalos, manten unos cuantos metros de distancia, deja que pasen unos minutos hasta que ya no parezcan prestarse atención y vuelve a permitir que tengan acceso el uno al otro. Muestra siempre calma. Calma, calma y más calma. -Con comodidad: Si hemos de presentar a nuestro perro a otros perros, cuanto más cómodo se sienta, más posibilidades de que las cosas salgan bien. Limitar su capacidad de movimiento en exceso anulará muchas de las respuestas naturales ante una situación incómoda, como la evitación, la huida o la sumisión voluntaria, y le estaremos abocando al pánico o a la defensa. Por eso es recomendable que tenga mucha movilidad. Es preferible que lo haga en completa libertad, pero si no se puede, al menos podemos emplear una correa larga o una cuerda de entrenamiento. De igual modo, los encuentros fortuitos por la calle los llevaremos a cabo sin tensar para nada la correa, ya que eso expresa nerviosismo y tensión por nuestra parte, empeorando la percepción que pueda tener nuestro perro de ese encuentro. -Con insistencia: No basta con ver un coche, ni con cruzarse con un patinete. No es suficiente con tener un perro amiguito, igual que no es bastante con que nos respete la comida a nosotros. Hay que ser ambicioso y repetir esos éxitos en muchos entornos distintos, con diferentes personas y animales, para que acabe cimentando su comportamiento. Y si hay algún fracaso, no nos preocupemos. Dale un par de días de tranquilidad y vuelve a intentarlo controlando mejor la situación (ojo, digo la situación, no al perro. No se trata de llevarlo en corto, sino de reducir el tiempo de exposición, aumentar las distancias iniciales y premiar cada pequeño avance con una mejor recompensa). -Con orden: Tratemos de no sobrexponer a nuestro perro a nada. Es difícil llegar a aguantar la presencia de un grupo grande de perros si no es capaz de soportar la de uno o dos. No estará preparado para ver una carretera llena de vehículos si no se ha acostumbrado a ver uno solo. Una vez acostumbrados a un estímulo aislado podremos animarnos a que viva un grupo mayor del mismo tipo de estímulos. -Con decisión: planificar la situación antes de exponerle a ella. Trata de tener el mayor control de la información, ten claro que respuestas buscas, aplica una estrategia y ceñiros a ella. Haz las cosas con decisión (no con dureza ni brusquedad, sino tranquilidad y seguridad en nuestro criterio). Si nuestro perro no nos nota inseguros se sentirá mucho más tranquilo, y de este modo minimizaremos las posibilidades de riesgo. -Con seguridad: Si nuestro perro ya ha dado muestras de enfadarse durante el juego, de proteger con ahínco algún objeto o de expulsar a alguien o algo de su presencia, toma precauciones. El uso de un bozal permitirá (aunque nos parezca una opción horrible) que podamos volver a darle la oportunidad de intentarlo sin miedo a que lastime a nada ni nadie (esta es la verdadera opción horrible). Contacta con un educador canino profesional o Etologo que pueda asesorar y ayudar. -Con recompensas: Los humanos somos muy dados a regañar por las actitudes erróneas, pero es mucho más útil y fácil de comprender para el perro cuando recompensamos las respuestas deseadas. Hacernos a la idea de que cuando corregimos algo, marcamos que esa no es la opción adecuada, pero no arroja luz alguna al perro sobre cual debiera ser la actitud adecuada. Le obliga a seguir esforzándose en obtener la respuesta correcta, la que pone fin al problema. Si esta incertidumbre dura demasiado, el perro se frustrará y dejará de intentar resolver, quedando tan solo patente la sensación de malestar creada por la regañina. Sin embargo, cuando premiamos una respuesta adecuada sí que dejamos patente que es lo que ha provocado que le recompensemos, facilitando la comprensión de los comportamientos que nos parecen bien y provocando que intente repetirlo para obtener nuevos elogios o golosinas. Premia generosamente, a veces con comida, a veces con juego, a veces tan solo con muestras de alegría y satisfacción, pero no desperdiciéis ni una sola oportunidad de indicarle que «Exacto, así sí». Siempre se puede redirigir una conducta y vivir plenamente con tu perro pero requiere tu compromiso más que nada!

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